Veintidós hojas cayeron ya en este otoño solitario, acompañado por el verano que lo precede con el calor de sus huellas imborrables, que marcaron el inicio de esta acabada historia, de encuentros furtivos y escapes repentinos. Regañados por la luna como única testigo de la veracidad de aquellos ocasos promiscuos.
El principio del fin llegó, entró sin golpear, el crepúsculo oscureció el sentir y el final de un sueño trascendido fue desmantelando sus sentidos desentendidos…
El final de la historia redactaba el prefacio de una nueva fábula, que con párrafos enfurecidos y versos vencidos, robaban sentimientos carentes de reciprocidad. Se editaría un nuevo capitulo en su libro olvidado de capitular, repleto de páginas sin enumerar y reabriendo sus vidriadas tapas calladas… Reeditando fragmentos desgastados de frases enredadas en razones, resurrección de sentimientos e incompatibilidad de palpitaciones…